
ABIERTA - ANUARIO DE INVESTIGACIÓN N° 18 · AÑO 2024 · ISSN (en línea) 3106-0234
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Victoria Alejandra Puentes Zambrano y Ronald Fary Villafana Escalante
El taller de Sonia: influencer senior creadora de una comunidad digital para adultas mayores
digitales pueden ofrecer soluciones sociales
signicativas, especialmente para grupos
históricamente marginados de la transformación
tecnológica.
II. La realidad latinoamericana después del
COVID-19
La pandemia exacerbó las desigualdades
estructurales preexistentes para las mujeres en
América Latina, quienes enfrentaron un aumento
de carga de trabajo doméstico y de cuidado
no remunerado, además de las mayores tasas
de desempleo, al participar mayormente en
el empleo informal o participar en sectores
altamente golpeados por la crisis (CEPAL y
ONU Mujeres, 2024, p. 11). Entre los sectores
más afectados se destacan aquellos donde las
actividades realizadas requerían interacciones
y alta concentración de personas, lo que
aumentaba el riesgo de contagios, entre ellos el
comercio, la manufactura y el turismo (CEPAL y
Naciones Unidas, 2021, p. 4).
Se calculó una tasa de participación laboral
femenina del 46 % en 2020, una disminución
del 6 % frente al 2019; mientras que los
hombres solo sufrieron una reducción del
73.6 % en 2019 a 69 % en 2020 (CEPAL, 2021,
párr. 2). Este desequilibrio se ve fuertemente
inuenciado por la falta de equidad en las
oportunidades laborales, donde las mujeres
pueden sufrir discriminación sistémica5 o
de género6 (Organización Internacional del
Trabajo, 2024). Aun así, según datos de 2024,
la tasa de participación laboral femenina ha
aumentado, llegando a un 68 %, pero se muestra
una diferencia aún más pronunciada con la tasa
masculina, que se reporta en un 93 % (Grupo
Banco Mundial, 2025b, párr. 5).
Estas barreras no solo limitan el acceso
inmediato de las mujeres a empleos de
mejor calidad, sino que también debilitan las
oportunidades a largo plazo. Esto se debe a
que la posibilidad de ascender o emplearse
en puestos mejor remunerados o con mejores
benecios requiere de mayores niveles
educativos o habilidades especícas (Grupo
Banco Mundial, 2025b, párr. 6).
Ante esto, la digitalización y la economía del
conocimiento emergen como herramientas
potenciales para reducir estas disparidades,
ayudando a la creación de plataformas de
educación en línea, teletrabajo y empleos
basados en habilidades digitales, que ofrecen
alternativas exibles que en parte se adaptan a
mujeres con cargas de cuidado (Grupo Banco
Mundial, 2025a, párr. 5).
A pesar de estos avances tecnológicos, en el
2022 solo el 60 % de la población de América
Latina y el Caribe contaba con acceso a internet,
con brechas profundas: el 67 % de los hogares
urbanos tienen conexión, mientras que las zonas
rurales solo un 23 %. Estas disparidades se ven
agravadas por desigualdades generacionales
y de género, ya que las mujeres a nivel global
tienen 12 % menos conectividad que los
hombres, y los adultos mayores se encuentran
entre los grupos menos conectados (Rodríguez-
Pedró, 2024, pp. 3-6).
La pandemia aceleró la migración de la vida
pública al espacio digital, evidenciando las
dicultades de los adultos mayores para
adaptarse a las nuevas tecnologías (Cortés Diaz,
2024). A su vez, estas tecnologías cambiaron la
forma en que nos comunicamos y relacionamos
con los demás, lo que ha llevado a algunas
5 La discriminación sistémica o racial se puede denir como
“patrones de comportamiento, políticas o prácticas que forman
parte de las estructuras de una organización y que crean o
perpetúan desventajas para las personas racializadas”, y se
puede dar por un sistema discriminatorio o por comportamiento
individual (Ontario Human Rights Commission, s. f.).
6 La discriminación de género se puede entender como “el
rechazo hacia una persona por los valores que toman las variables
de género en su individualidad, como el sexo, la identidad de
género, la expresión de género o la orientación sexual” (Aldeas
Infantiles SOS Colombia, 2023), y se puede presentar como
agresión física, verbal, emocional, sexual, económica, entre otros,
y aplicarse tanto en el hogar como en la educación, empresa y
política (Museo Memoria y Tolerancia, s. f.).