
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN NÚMERO 16
Abierta · Edición 16 · 2022 · German Rosa
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mismo objetivo de hacer aportes a la industria nacional. De
esta manera, estudiantes y docentes lideraron proyectos
en compañías para diseñar productos más sosticados,
fundamentados en la ciencia, que atendieran necesidades de
usuarios y organizaciones. Ejemplo de ese trabajo colaborativo
es el caso de la reconocida marca alemana Braun (Bürdek,
1999).
Tomando en cuenta el libro de Steger (2019), la dimensión
económica fue un elemento determinante para promover
los ideales de las escuelas en otras partes del mundo. Dos
factores de esta dimensión ayudan a explicar el rol de ambas
instituciones en las posguerras: el establecimiento de un orden
económico global y la internacionalización del comercio y las
nanzas (Steger, 2019).
En Bauhaus, luego de la Primera Guerra Mundial, los
fundadores reconocieron la necesidad de elaborar objetos
que fueran accesibles para la población de clase media, y que
fueran producidos de manera eciente, garantizando precios
razonables a las situaciones de precariedad de la mayor parte de
familias alemanas. Bauhaus se centró en la producción en masa.
Su labor fue posible al trabajo colaborativo entre la industria,
la artesanía y la aplicación de tecnologías innovadoras en el
proceso de diseño de las fábricas.
Al igual que Bauhaus, la HFG Ulm se fundó en un escenario
de posguerra, en un escenario de gran necesidad de
reconstrucción. La escuela Ulm también centró su formación
en una metodología de enseñanza basada en resolución de
problemas sociales complejos y en la aplicación de tecnologías
avanzadas para producir objetos asequibles a las demandas
de las mayorías desde la industria y la ciencia. La HFG Ulm
hizo énfasis en la importancia del diseño en la economía,
proporcionando herramientas y metodologías que garantizaran
a las compañías objetos rentables y acordes a las necesidades de
los usuarios.
Bauhaus y HFG Ulm fueron claves por dos elementos para
que Alemania pudiera participar en el establecimiento de un
nuevo orden mundial y la internacionalización del comercio
y las nanzas. Como primer punto, las instituciones de diseño
otorgaron una nueva visión sobre la forma de producir objetos
de uso diario. Los profesionales del diseño, al ser expertos
en materiales, brindaron propuestas de artefactos que fueran
rentables para las compañías y el usuario. Esto permitió llevar
los diseños de Bauhaus y Ulm a otras regiones por los precios
competitivos. El segundo punto es que el diseño, por medio
de estas experiencias con la industria alemana, da un salto
importante a mediados del siglo XX: de ser una herramienta
proyectual para proponer muebles, lámparas, casas, a ser una
herramienta que se incluye en todos los procesos de innovación
de las empresas. Eso explica el que hasta el día de hoy,
diseñadores puedan tomar decisiones junto a ejecutivos para
realizar propuestas mejor enfocadas a los públicos objetivos
seleccionados.
IV. Dimensión cultural y política
Para la elaboración de este segundo apartado es importante
recordar una característica del concepto de globalización
desarrollado por Steger. Esta característica es que las diferentes
dimensiones están vinculadas unas con otras, y la situación
de una puede afectar a las demás (Steger, 2019). En ese
sentido, para el desarrollo de las escuelas Bauhaus y Ulm fue
determinante el curso del ámbito cultural y político.
Como ya se indicó en las páginas anteriores, ambas entidades
fueron fundadas en posguerra. Estos conictos político-
militares condicionaron una serie de decisiones que con el
tiempo obligaron a docentes y estudiantes a movilizarse a
otras ciudades y otros países con el objetivo de garantizar la
continuidad de los proyectos educativos. Para comprender
esta dimensión cultural de la globalización en el desarrollo
de estas escuelas, y posterior promoción por el mundo, es
necesario establecer una conexión política con los movimientos
vanguardistas de inicios del siglo XX como el cubismo, dadaísmo,
suprematismo, futurismo, entre otros.
Estos movimientos artísticos no solo fueron herramientas
proyectuales que renovaron el arte. Su vanguardia también
fue utilizada como herramienta política, como en el caso del
futurismo en Italia. De la mano de Mussolini, el futurismo fue
utilizado para tangibilizar los ideales de guerra y nacionalismo.
Las expresiones estilizadas de máquinas y colores fríos en
carteles, invitaban a los ciudadanos a ver en la guerra una
manera de expresar su amor por la familia y el país.
Muchos artistas, al ver cómo era utilizado el arte como
herramienta política, salen de sus países y encuentran en la
Bauhaus un espacio para utilizar el arte como herramienta de
cambio social a través de la educación. De esta manera, liderada
por su primer director, Walter Gropius, la escuela tiene como
objetivo apoyar a la industria con prototipos de productos que