
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN NÚMERO 16
Abierta · Edición 16 · 2022 · Rene M. Lemus
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las personas pensar a través de los métodos de diseño, y
considerando que todas las personas son creativas y tienen la
capacidad de participar en proyectos que contribuyan a mejorar
sus condiciones de vida, el proceso debe verse modicado en
alguna manera. Por eso será útil entenderlo en términos de una
conversación.
En condiciones de igualdad, los participantes de los proyectos
de Diseño para la Innovación Social generaron conversaciones
donde no había un participante con contribuciones más valiosas,
sino que todos participaban en una conversación continua
sobre propósitos, necesidades, oportunidades, encontrar
soluciones juntos. Para involucrar a otros en esta conversación
fue necesario presentarles elementos del proyecto que les
resultaran atractivos, que les hicieran sentido participar y
contribuir. Involucrar a otro en la conversación requiere darle
voz, darle un propósito para participar.
Esta conversación inicia con la denición de la idea o concepto,
que dispara la investigación por parte del equipo creativo e
integra a más actores, quienes son los que ejecutan el diseño.
En resumen, los estudiantes, docentes y participantes de la
comunidad, todos ejercen el rol de diseñadores, ya sea como
diseñadores empíricos, diseñadores en formación o diseñadores
profesionales; todos visualizan problemas, conceptualizan,
desarrollan escenarios, proponen soluciones y producen, o
validan, la producción.
El modelo utilizado para analizar el diseño de las innovaciones
mantiene cuatro principios centrales: construir innovaciones
alrededor de una experiencia, pensar sistemáticamente, cultivar
una cultura de innovación y adoptar un proceso disciplinado
(Kumar, 2013). Dado que el proceso de diseño inicia con una
observación de la realidad y aprender de las condiciones de la
comunidad, los proyectos de Diseño para la Innovación Social
parten de un intento de ver hacia dónde proyectar el diseño
para las comunidades, pero al encontrar el lazo común entre
los cuatro proyectos –la participación comunitaria– empieza a
generarse un sistema.
Entender los procesos para la innovación social requiere
pensar en términos de un mismo colectivo, es decir, una
misma comunidad. No se pueden separar los creadores de los
beneciarios, ni los benefactores de los receptores (Menjívar,
2022). Todos los que participan en la búsqueda de un propósito
común son todos parte del mismo colectivo, un colectivo
creativo.
En este sentido, la comunidad creativa puede denirse como un
sinnúmero de interacciones que aparecen con el propósito de
atender o mejorar una situación problemática, una necesidad,
una oportunidad o desarrollar una estrategia de atención
y respuesta, y todos los actores involucrados participan, en
cualquier nivel que sea.
IV. Conclusiones
El valor del capital creativo inicia con el reconocimiento de que
quienes participan en el proceso son seres humanos. Valorar la
experiencia de cada participante en el proceso es un requisito
indispensable para poder encontrar, entre todas las interacciones
que se generan en el proceso creativo y de producción, aquellas
que van a darle rumbo al proyecto, las ideas o la gran idea que
va a disparar el proceso de innovación.
El capital creativo se compone de todas las ideas, talentos y
capacidades que tienen las personas y que se ponen al servicio
de una comunidad, que al ser expuestos al proceso creativo
permite encontrar o desarrollar ideas concretas y especícas
que disparan la innovación; y para que esta idea surja, requiere
de un ambiente o de espacios dispuestos para las interacciones,
conversaciones, generación de ideas y transferencia de
conocimientos, creencias, valores, costumbres, tradiciones,
perspectivas, técnicas, etc.
Factores como el tiempo, el espacio, la libertad para participar,
los materiales que se utilizan en el proceso creativo, la
metodología, las técnicas utilizadas, construyen un ambiente
creativo para que el capital creativo se exprese.
Originalmente se tiende a buscar el capital creativo únicamente
expresado en ideas, es decir, ir a la comunidad, participar en un
grupo, escuchar a la comunidad beneciaria, hacerle preguntas
y ver cómo de estas preguntas surgen las ideas. Una de estas se
convierte en la gran idea que permite disparar el proceso de
producción.
Pero el capital creativo está presente en un sinnúmero de
interacciones que las ideas podrían provenir de distintas fuentes.
Posiblemente las personas no sepan que necesitan algo o que su
problema se puede resolver de una determinada manera, ya que
esta situación es parte de su vida cotidiana; sin embargo, en sus