
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN NÚMERO 10
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Una or de tres pétalos, una or insignicante…” (Saint-
Exupéry, 1974/1997, p. 63). Lo más relevante aquí es lo de “or
insignicante”. Esta or, en denitiva, era visualmente diferente
a las demás, y aun así fue descrita como “insignicante”.
¿Por qué? A pesar de su obvia diferencia física, esta or no
se relacionó de ninguna manera ni con el principito ni con el
narrador, y por ello terminó por ser calicada con ese adjetivo.
Podía ser diferente y podía resaltar. Al crecer dentro del jardín
de rosas, seguramente muchos la hubieran notado; pero al no
ofrecer un valor, carecía de importancia si era una rosa más o
no. “Crear una imagen consistente (…) es importante, pero
no es suciente. Las personas deben tener una razón para
comprar ese producto” (Jones y Bonevac, 2013, p. 116).
Por lo tanto, aunque lo visual es una herramienta ecaz para
generar una diferenciación rápida y de fácil recordación, hoy en
día no crea por sí solo una marca (Neumeier, 2006).
Al proseguir con el espectro opuesto, los perezosos o las
deniciones en las que la marca se crea a través de las
percepciones de los consumidores, puede observarse el
concepto de marca como garantía de seguridad o reducción
de riesgos. En este caso, la marca funciona como un sello de
garantía, por lo que al ver su “imagotipo” en una empresa o
producto, los consumidores automáticamente saben la calidad
que ofrece y, de una manera informal, las promesas que deberá
cumplir (Chernatony y Dall’Olmo Riley, 1998; Jones y Bonevac,
2013). Asimismo, ya que al momento de consumir un producto
o servicio un consumidor se enfrenta a un riesgo percibido, es
decir a la incertidumbre sobre si realmente logrará satisfacer
su necesidad o deseo (Hoyer y Mclnnis, 2010), este sello de
garantía se convierte también en un reductor de riesgos. De
esta manera, la marca es lo que permitirá a un consumidor
conar que dentro de las diversas opciones con las que
cuentan, la suya es la que posee los menores riesgos y, con
ello, las menores consecuencias personales.
El principito quería regresar a su hogar. Todo aquel que ha
leído el libro comprende lo que esto implicaba. El principito
cuenta con diversas opciones que podrían catalogarse como
conicto evasión-evasión (Hoyer y McInnis, 2010), lo que
quiere decir que, para satisfacer la necesidad de regresar a
su casa, debe elegir entre diversas posibilidades igualmente
desagradables, por lo que termina inclinándose por aquella
con menores riesgos, o dentro del contexto, con una mayor
garantía de menor dolor y sufrimiento. Por un lado, cuenta con
opciones como la deshidratación, desnutrición o infringirse
un daño mortal; por el otro, tiene la posibilidad de acudir a la
serpiente, que garantizaba menor dolor. Esto se ve reejado
en la conversación con el protagonista: “¿Tienes buen veneno?
¿Estás segura de que no me harás sufrir mucho tiempo?”
(Saint-Exupéry, 1974/1997, p. 84).
Si se analiza la relación del principito con esta serpiente, se
detectará que se encuentran tres veces: al conocerse, en la
conversación antes citada y cuando la serpiente regresa al
principito a su asteroide. Ahora bien, aunque el principito
supo que la serpiente sería la mejor opción para retornar, no
decidió quedarse cerca de ella; al contrario, se alejó, e incluso
después de preguntarle si realmente su veneno era fuerte, el
principito se aleja nuevamente. En una ocasión hasta habla
mal de la serpiente con el piloto y le dice que las serpientes
son traicioneras. Por lo tanto, viendo a la serpiente como una
marca, se cumplió su cometido de enganchar a un cliente,
aunque este en realidad huiría de esta marca, hablaría mal de
ella y la consumiría por creer que no tendría más opción. ¿Este
será el comportamiento esperado de un consumidor sobre una
marca?
Por lo tanto, tras el análisis de las primeras dos categorías se
llega a una conclusión: es necesario encontrar la denición
de una marca en una categoría intermedia, pues, como en los
vanidosos, es importante que la empresa muestre empeño en
desarrollar una identidad que pueda ser reconocida y asociada
con valor; sin embargo, también es importante considerar
las percepciones del consumidor como se analiza en los
perezosos, ya que de nada sirve el esfuerzo si las percepciones
de los consumidores son negativas y solo consumen por no
tener más opciones. Así, pues, la denición elegida como
la más conveniente para el concepto de marca debe ser la
que pertenezca al grupo de los zorros. Tras el análisis de las
18 deniciones, la escogida fue la de una marca como una
relación.
En primer lugar se decidió por esa denición porque el ver a
la marca como una relación permite que esta se transforme
en creadora de deniciones, asociaciones y percepciones. Si
el consumidor no se relaciona e interactúa con la compañía,
su logo, elementos visuales, trademarks e incluso su propio
nombre no tendrán sentido ni valor, como sucedió con las
rosas del jardín. En segundo lugar, una relación es lo que
permite que la marca evolucione, pues si una compañía no
se relaciona con su consumidor, no podrá verdaderamente
entender el mercado ni sus posibilidades de desarrollo y
“Las marcas son muy extrañas”. Deniendo la marca y su construcción a través de El principito