
soldiers/police confront each other, while both sides suffer
casualties almost also on a daily basis. This text analyzes
what the average citizen thinks about this particular subject
matter, as reflected in the comments section on a news
article reporting the death of both soldiers as well as
presumed gang members – whose alleged perpetrators in
one of the cases were filmed by video surveillance –
published on the virtual wall of one of the most renowned
media outlets in the country. These comments show the
prevailing wish from the majority of internet users to stop
violence through more violence, something they tend to
justify and is even a cause for joy, so long as said violence
is suffered by the gang member. This behavior also tends
to coincide and be coherent with the prevailing journalistic
narrative that generally tends to provoke fear, promote
military repression as a solution to the problem and has
clearly positioned gangs as society’s number one enemy.
El muro que va más allá de los lamentos
Se le llama “muro”, pero lo que ahí se escribe no son solo
lamentaciones. La tarde del 21 de junio de 2015, por ejemplo
–minutos después de que los medios digitales salvadoreños
informaban del asesinato de dos militares supuestamente a
manos de presuntos pandilleros que fueron grabados por
cámaras de vigilancia mientras huían–, los muros de
Facebook de los principales diarios de noticias se llenaron de
opiniones de cientos de lectores sobre ese hecho. “Por esos
militares caídos deberían de matar unos 10 mareros
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, a ver si
quieren seguir jodiendo”, decía un usuario de la red social en
el post de uno de los periódicos. “Maten a los pandilleros y
sus familias para limpiar el país”, rezaba otro internauta.
La creciente agudización de la violencia a causa de pandillas
en el país (Carballo, 2015; Hernández, 2015) y el surgimiento
de un ecosistema de medios digitales que facilita contenidos,
su difusión y el involucramiento de los ciudadanos (Ricaurte,
2013), ha permitido un aumento considerable de
participación de los miembros de la sociedad con acceso a
estas tecnologías en la discusión sobre cómo encarar dicho
problema de inseguridad. Ahora no solo los periodistas y
analistas en los programas de opinión de los medios
hegemónicos (Carballo y Pérez, 2013) emiten valoraciones.
Hoy también hombres y mujeres “comunes” participan,
desde sus cuentas de Facebook, Twitter y otras redes
sociales, en la cualificación del problema y en la búsqueda de
posibles soluciones.
Estas expresiones proliferan aún más cuando se trata de
noticias como el asesinato de militares o el hallazgo de varios
supuestos pandilleros sin vida. Además, el aumento de
cámaras de vigilancia le ha permitido a los medios contar con
imágenes inéditas donde se ve a presuntos homicidas, las
cuales son incluidas como parte de las notas periodísticas y
despiertan comentarios entre los usuarios digitales, quienes
fácilmente pueden acceder a ellas en sus computadoras o
teléfonos. ¿Qué discursos surgen en estas nuevas
plataformas? ¿Qué relatos construyen desde una pantalla
estos ciudadanos que, como señala Ricaurte (2013),
encontraron en las redes sociales una manera de comunicarse
y encarar a sus líderes políticos que antes no tenían?
Esta investigación busca precisamente sacar a la luz ese
discurso. A través del análisis de los comentarios posteados
en noticias sobre pandilleros en el Facebook de cuatro de los
principales medios presentes en esa red social, se plantea
como objetivo descubrir las narrativas que la población con
acceso a estas redes construye en torno a las maras y sus
miembros, en casos en los que los periódicos publicaron
capturas de videos tomadas por cámaras de seguridad o por
la Policía misma. Se trata, pues, de un estudio exploratorio
que pretende ser un primer pulso para medir la temperatura
de la sociedad conectada a internet en torno a un tema que,
según el 59% de la población, es la primera preocupación del
país: la inseguridad (LPG Datos, 2014).
De igual forma, busca establecer la relación existente entre el
discurso de las audiencias y el periodístico, analizado por
otros autores previamente.
En la actualidad, no existe registro de estudios que indaguen
esta manifestación de la violencia desde ese ángulo. La
mayoría de investigaciones relacionadas con las maras son
trabajos que buscan describir su funcionamiento y analizar sus
causas (Santacruz y Cruz, 2001; Cruz, Carranza y Santacruz,
2004), su mutación a actores políticos (Hernández, 2015), las
respuestas de los gobernantes en turno (Dudley y Pachico,
2013; Aguilar, 2006) o el impacto de estas medidas en la vida
cotidiana de municipios concretos (Carballo, 2015).
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Pandilleros y mareros son usados en este texto como sinónimos, pues “mara” es
el nombre común con el que se conoce a las pandillas en El Salvador.
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN NÚMERO 9
© Escuela de Comunicación Mónica Herrera