
ANUARIO DE INVESTIGACIÓN ESCUELA DE COMUNICACIÓN MÓNICA HERRERA NÚMERO 6 AÑO 201282
piratería, explorar cómo el consumo de piratería construye determinadas identidades que se asocian a un tipo de
representación particular; explorar y analizar la producción de discursos en torno a este fenómeno; analizar qué
modelo o modelos de consumo pueden ser útiles para comprender el consumo de piratería en El Salvador y descubrir
cómo, a partir de determinadas representaciones, identidades, producción de discursos y consumo, los jóvenes
que consumen piratería se plantean determinadas regulaciones sobre el consumo de la misma.
Para recopilar esta información de forma apropiada, se decidió utilizar como metodología cualitativa, la entrevista
a profundidad a 30 sujetos con el perl mencionado. Por medio de estas entrevistas y del subsecuente proceso
de codicación en tres niveles: abierta, axial y selectiva de la teoría fundamentada, se obtuvo la información que
se explicará a continuación.
En efecto, la investigación arrojó motivaciones adicionales a las económicas en el consumo de piratería. Se
descubrió a través del análisis de los datos, que la etapa del circuito de la cultura que más predomina es el de
la identidad que los sujetos conguran individual y socialmente al consumir piratería. El contenido es consumido
muchas veces en soledad pero se vuelve sumamente útil en las interacciones sociales, diferenciando al consumidor
de otros individuos, quien se proyecta como alguien conocedor, con acceso a una gran variedad de información,
películas, series, música, etc. El consumo de piratería se vuelve esencial para los procesos de socialización. Es a
través del consumo de piratería que los sujetos obtienen de forma mucho más rápida el contenido deseado, en
comparación con canales más tradicionales, obviando las consecuencias o repercusiones.
Por ende, como se esbozó anteriormente, el consumo se vuelve una etapa relevante y simultánea a la construcción
de la identidad. En este estudio se utiliza la palabra “consumo”, no para referirse únicamente al proceso de compra,
sino al concepto de consumo cultural planteado por Néstor García Canclini (1999), quien dene al consumo
cultural como “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece
sobre los valores de uso y de cambio o donde al menos estos últimos se conguran subordinados a la dimensión
simbólica” (García Canclini, El Consumo Cultural, una propuesta teórica, 1999, p. 42). Se utiliza esta denición pues
el consumo de piratería no se limita únicamente a un proceso de consumo racional, también existen factores
subjetivos que son tomados en cuenta al momento de consumir estas producciones.
Paralelamente la producción de discursos alrededor de la piratería muestra el acceso al contenido como justicación
preponderante para el consumo de piratería. Este acceso presenta cuatro dimensiones: económico, fácil, inmediato
y práctico. La adaptación a las nuevas tecnologías y la cultura digital también son justicación del sujeto de estudio,
quien tiene incentivos racionales para obtener todo más rápido y económicamente. Un tercer y no menos
importante discurso, es el del uso que se le da al contenido que se consume y a las preferencias personales que
guían dicho consumo. Al darle signicado a un objeto, se puede utilizar como símbolo, el cual vincula a diferentes
personas en diferentes contextos. El objeto pertenece a la cultura porque la sociedad le ha construido un